lunes, 4 de enero de 2010

EL PRINCIPITO

"He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos"

Cuando el corazón y el destino se empeñan en empujar unos labios, estos, inexorablemente, terminan besándose al compás.

Quizá sea eso lo que nos pasó en esa noche de Sábado...

Quizá fue que lo teníamos todo a nuestro favor: la noche, el ambiente, las ganas, las preguntas impertinentes de un camarero inoportuno... Quizá los astros estaban alineados de alguna manera especial, teníamos la suerte de nuestro lado y hasta los relojes confabularon a favor nuestro para regalarnos una hora más.

Lo cierto es que no puedo olvidar la vista de las luces de la ciudad en la noche: lejana, tranquila y sosegada, como tus ojos, por fin, fijos en los míos sin apartarse un segundo. No olvido por un momento mi brazo rodeando tu cintura y cada beso que nos regalamos, cada caricia, cada entrelazar de manos...

Eres tan especial que me haces sentir especial. Sabes que no va a ser fácil, que tendremos que enfrentarnos a un montón de obstáculos y que nadie nos va a ayudar, porque sólo nos tenemos el uno al otro. Por eso quiero proponerte un pacto. Cada vez que un problema nos agobie, algún enfado tonto nos nuble la mirada o una duda corroa nuestras almas, recordemos las vistas sin límite de esa ciudad oscura, a nuestros pies, mientras nos regalábamos aliento...

¿aceptas, principito?

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